La independencia, ¿para hacer qué?
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Hasta hoy, el debate sobre el impacto económico de una eventual independencia de Cataluña se ha centrado de forma casi exclusiva en dos cuestiones: el dividendo que supondría el fin del déficit fiscal con España y el coste de un posible boicot a productos catalanes. Estos son, sin duda, dos factores importantes y que hay que tener en cuenta a la hora de evaluar la rentabilidad económica de la independencia. Pero el énfasis en estas dos cuestiones refleja una actitud parecida a la de un inversor pasivo o rentista, que se fija sólo en el aumento o disminución de los intereses o dividendos que puede comportar un cambio en el control de la empresa. Esta actitud contrastaría con la del inversor que pasa a controlar la empresa, y que reconoce la oportunidad que se le ofrece para influir, a través de sus decisiones, en los beneficios que la empresa generará y, por lo tanto, en la rentabilidad de su inversión. (+)